Feliz navidad a todxs lxs lectores de este blog

El calor del planeta —ese fuego punzante que nos impone la elevación de la especie mediante la crisis ecológica—, el calor de la tierra, arropa mi piel, la envuelve, rodea mis huesos, transpira junto a mis latidos,

mientras un viejo artefacto arroja algunas brisas de indignación;

Lo que desespera, no obstante, es el confort —insaciable– de la extracción de energía:

mucha estufa en invierno, y fundamentalismo del aire acondicionado en verano;

De protocolos y preservativos es el palacio de cristal del ideal burgués,

ante cada peligro:

una recomendación, una regulación, un “cuidado”, un uso medido, racional, de la decadencia,

la mercancía es esa forma de existencia que permite la contemplación de la destrucción con tranquilidad de consciencia,

sirva otra stout, y no olvide traer maníes;

Lo que importa es no ofender a nadie, jamás romper las nuevas reglas de cortesía de nuestra juventud pedagógica:

cómo usar bien tenedor y cuchillo, el modo más resiliente de uso del dentífrico, cómo discriminar positivamente, y acariciar el miserable ego de la víctima, su insaciable voluntad de moral:

la venganza del dolorido, la compasión del qué dirán;

Las amebas que aún funcionan bien (ríen, trabajan, festejan la familia, la propiedad y el Estado) denuncian la intensidad por intensa,

solo conocen la ansiedad de sus pantallas:

el refugio en el algoritmo, el curandero tecnológico que resuelve amor, soledad y angustia con entretenimiento;

Aún así el calor abraza, sofoca, y, entre sus brasas, se transmutan las energías bajo la huella heredada del Acontecimiento,

el universal concreto hecho bebé,

el camino del Yeshúa ante el cual les deseo la presencia no mediada,

inhumana,

del Absoluto que llora por primera vez.

L.S.

Muchas Gracias

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.